Situada en la encrucijada del Cáucaso, a caballo entre Europa y Asia, esta antigua república soviética es una de las naciones más antiguas del mundo. No obstante, tiene muchos más habitantes en otros países que en el suyo propio a consecuencia del genocidio que sufrió por parte de Turquía en la primera década del siglo XX.

Esta tierra, encajonada por el cierre de fronteras de sus países limítrofes, ha visto pasar a lo largo de la historia a la mayoría de los imperios, y ha absorbido valores y culturas de todos ellos.

Monasterios levantados en sitios imposibles, un espectacular lago de agua dulce, montañas de postal, cavernas escondidas tras bellas cascadas y el teleférico más largo del mundo son sólo algunos de los atractivos turísticos de un país del que el mayor recuerdo que se llevan sus visitantes es, sin embargo, el trato familiar y hospitalario de sus gentes.